MªRosario Marrero García, a la que todos llaman cariñosamente con el nombre de Sarito, es natural de la Ciudad de Arucas y belenista desde que, a los 10 años de edad, su abuela, Antonia Quevedo, le dejó un minúsculo Misterio que ella aún restaura, acción que ella continuó llevando con sus hijos y su nieta.
La dedicación y el amor por el arte en su hogar no sólo
se podía apreciar con la vista, también se escuchaba. Tomando como referencia a
su abuelo, un famoso compositor cubano
que impregnó el corazón de varias generaciones con su amor por la música, fue
llevada a cursar la carrera de piano, instrumento al que adora. Ese sentimiento
profundo a la armonía de las formas y sonidos que profesa, nos lleva a
descubrir los más de 150 años que su familia lleva en esta tradición
belenística.
Es hija, junto con su hermano José Ángel –Pepe, para Los
amigos- , de Don Pedro Marrero Quevedo, profesor mercantil de reconocido
prestigio en la ciudad, y Doña Mª Teresa García Santana, profesora de piano.
Tras concluir dicha carrera musical, Sarito se matricula en la Escuela de Artes
Aplicadas en Zaragoza, además de cursar sus estudios de Bellas Artes para
llevar a cabo la gran pasión que siempre ha llevado en sus entrañas, la
restauración.
La vida transcurre, Sarito contrae matrimonio con Laurentino
Vázquez de Francisco y el destino la lleva a residir durante 20 años en dicha
ciudad de Zaragoza, donde se enriquece enormemente del patrimonio
histórico-cultural de esa hermosa provincia. Trabajó durante esos años con la
Diócesis para la Diputación de Aragón recorriendo iglesias y pueblos repletos
de patrimonio artístico que recuperar. Su hermano también viajó hasta allí para
aprender y nutrirse de tan laboriosa profesión, convirtiéndose en uña y carne
de un arte repleto de belleza, donde observar, meditar, limpiar, tallar, dorar
y pintar se transforman en un auténtico milagro. Ambos pertenecen actualmente a
la Federación de Artesanos de Canarias como doradores.
Al llegar a Canarias y revivir de forma intensa sus
orígenes, vuelve a encenderse la llama, y junto a su hermano Pepe, gran tallista y artesano,
lleva otras dos décadas restaurando las tallas más valiosas de la Iglesia de
Arucas entre otras muchas. También han llegado a sus manos obras de Silvestre
Bello, Borge Linares y Manolo Ramos.
Su esposo Laurentino,
polifacético y vitalista como ella, ejercía su profesión de profesor y
administrador en su vida laboral diaria. Pero al observar el amor que su esposa
profesaba en la creación de su belén, elaborando y cuidando minuciosamente cada
figura y detalle hecho a mano, procedía a cambiarse de ropa y, sin dilación,
ponerse manos a la obra y dedicarse, desde temporada veraniega, a la
construcción artesana de casas inspiradas en edificaciones reales de distintos
rincones de la isla, sin olvidar ni el más mínimo detalle y con la totalidad
del material realizado manualmente. Entrar en casa de Sarito es contagiarse de
su magia, una poción hecha con tiempo, gusto, dedicación, sencillez y, sobretodo,
mucho cariño.
La colección de más de 500 belenes que Sarito
atesora en su hogar se resuelven
presumidos en sus vitrinas con la llegada de la Navidad, una Navidad que, en
casa de Sarito, se vive todo el año. Pintorescos nacimientos de todos los
rincones del mundo, unos con exquisitas policromías, otros con originales
formas, texturas o materiales, hacen que hayan sido elegidos para exhibirse en
lugares tan concurridos como la Casa de Colón, Ciudad de San Juan de Dios, o el
Museo Antonio Padrón de Gáldar.
Sus pasiones no acaban aquí, confiesa amar el
miniaturismo, las casitas de muñecas, elaborar cada detalle a cuál más pequeño.
Por esta razón también ha participado con sus creaciones en diferentes
exposiciones, así como la impartición de
cursos sobre ello.
También ha dado clases en un taller de técnicas
belenistas junto con Vicente Díaz, y es miembro fundador de la Asociación de
Belenistas Canarios San Juan de Dios, siendo
su primera tesorera.
Pero la expresión máxima de su vocación se renueva cada
año en las entrañas de su casa, una vivienda cargada de historia, donde se
encuentra una auténtica joya geológica, una burbuja volcánica de gran belleza
donde cobran vida figuras, casas e innumerables detalles de un belén de
reminiscencias costumbristas que llegó a congregar no hace muchos años a unas
tres mil personas. Ahora, y tal y como ella afirma, realiza un belén más
modesto, pero sin perder el hechizo que no te permite dejar de mirarlo.
Hace mucho tiempo, alguien dijo que la Navidad es la
ternura del pasado, el valor del presente, y la esperanza del futuro, y Sarito
y su familia, son prueba latente de ello.
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